miércoles, 8 de agosto de 2007

Represa La Salvajina y el Proyecto de Desviación del Río Ovejas

La represa obstaculizó los caminos que campesinos e indígenas habían construido como parte de su territorio, un recorrido que antes tardaba un día ahora tarda tres o hasta una semana. Con el embalse, es necesario pedir permiso y someterse a requisas del ejército nacional, que cuida la represa. Ahora bien, cuando aparecieron los empresarios les prometieron puentes, les dijeron que ya no transitarían en caballo sino en carro… pero los puentes nunca llegaron, y, por suerte, los carros tampoco; les prometieron energía barata, puestos de salud, oportunidades laborales y muchas otras cosas que se han quedado en la imaginación de quienes ilusionaron y engañaron; con esta gama de sofismas los medios tradicionales de subsistencia nunca fueron reemplazados, en detrimento perpetuo de su calidad de vida.

La represa La Salvajina fue construida en el norte del departamento del Cauca en la primera mitad de los años 80 y desplazó de un área de 2100 hectáreas mas de tres mil personas que se dedicaban a actividades de subsistencia, hablamos de comunidades afrocolombianos que descienden de negros que padecieron el yugo de la esclavitud en la época de la colonia española.

Las actividades de subsistencia que tenían lugar en la zona -entre las que se encontraban la minería y la agricultura- cambiaron para muchos habitantes de la región, puesto que las tierras fértiles quedaron sumergidas en el embalse. Sumado a ello, la reubicación prometida, como suele suceder en la mayor parte de los casos, no correspondió ni a las necesidades de la comunidad ni a sus patrones culturales. Veinte años más tarde de haber pactado el Acta del 86 (2) entre el gobierno y la comunidad, Los adolescentes de la región presenciaron el conflicto social que generó la construcción de la represa, vieron como se inundó el trabajo de años de sus padres y de sus abuelos, tuvieron que aceptar y acostumbrarse a vivir en otra tierra, en la misma región pero en otra parcela, junto a otra gente también desplazada por la represa; ésta es parte de la historia de la comunidad de Yolombó en el norte del Cauca, Colombia. Los jóvenes vieron y acompañaron a sus padres en la lucha contra la represa Salvajina, pero tanto unos como otros sufrieron amargamente el desalojo físico, y por desgracia hoy de nuevo se encuentran amenazados por un DEFORE generado por la Desviación del Río Ovejas al Embalse la Salvajina, despropósito que atenta contra los medios tradicionales de subsistencia al impedirles el derecho al acceso al agua.


Desde el año 2000, la Empresa de Energía del Pacífico – EPSA- fue adquirida por la empresa trasnacional española Unión Fenosa, al comprar más del 60% de las acciones; Unión Fenosa no reconoce que al comprar la empresa, además de adquirir las actividades y activos de la compañía, también se hace acreedora de los pasivos ambientales y sociales del proyecto; además, la empresa insiste en llevar a cabo el proyecto pese a que por medio del proceso de consulta previa del año 97 las comunidades afectadas por el proyecto dieron un No rotundo al DROES (3).


En Antioquia los empresarios de las represas han quebrantado gran parte de los ríos del departamento, y dentro de ellos, con tres grandes proyectos de generación que llevan su nombre, el Río Porce. El proyecto Porce II generó más de 1500 desplazados y el Porce III desplazará cerca de 2.200 personas, en su mayoría campesinos. Parte de estos desplazados tuvieron que buscar nuevas formas de subsistencia en otras regiones, y así aparecieron los habitantes afrocolombianos en la Dorada y en Victoria, Departamento de Caldas.


No obstante, los planes de integración energética con Suramérica y Centroamérica requieren el aumento de la capacidad de energía eléctrica disponible para exportación, por lo que se ha contemplado la construcción de nuevas represas y la repotenciación de algunas otras; tal es el caso del embalse Miel I, que prevé la desviación del Río Guarinó hacia el embalse, colocando en riesgo la superviviencia de las comunidades del oriente de Caldas, entre ellas la de La Dorada y la de Victoria, puesto que la desviación provocaría un desabastecimiento hídrico en la región, y, por ende, desplazamiento involuntario de las comunidades aledañas al afectar los medios de subsistencia.

Represas: entre la inundación y el desplazamiento

Sin lugar a dudas, las grandes y medianas represas han sido sinónimo de endeudamiento, engaño, pérdida de soberanía, degradación ambiental y vulneración cultural. Durante los 70, 80 y 90’s los empresarios de las represas quebrantaron en los países del norte diversos ríos (como el Ebro o el Rhin) al obstaculizar el cauce una o más veces, al igual que en los países del sur donde se volcaron a multiplicar su capital en función de las externalidades no previstas. En esa época, según la ICOLD (1) (McCully, 2001: 02), se iniciaba la construcción de una nueva represa cada hora. En la actualidad, a pesar de haberse demostrado que los beneficios generados por las represas no justifican los impactos irreversibles e inconmensurables generados, se insiste por parte de los gobiernos, las empresas y la banca multilateral en la construcción de un largo y nefasto listado de proyectos.


Las represas en los países del sur han sido construidas para promover el desarrollo de los países empobrecidos. Desarrollo y empobrecidos, dos categorías que no son el énfasis de este documento, pero que autores como Arturo Escobar, con base en argumentos políticos, técnicos y ambientales, han podido desmentir y clarificar; por una parte, el desarrollo sólo es un discurso que esconde los verdaderos intereses de dominación a través de las falacias de ayuda para los pobres, y, por otra, la pobreza y el empobrecimiento surgen de la diferencia cultural de los pueblos, que, al no ser entendida por los países del norte, sirvió como eufemismo para devastar pueblos y culturas enteras. Ahora bien, desde la perspectiva de la justicia ambiental valdría la pena preguntar, ¿países empobrecidos por quién?, ¿para quién?, ¿para qué?, y, ¿represas en función de qué?. Aunque la construcción de grandes y medianas represas ha conllevado una serie de impactos ambientales, culturales, sociales y políticos, en este escrito nos ocuparemos de evidenciar la categoría de “desplazamientos forzados reiterativos por represas” elemento que adquiere sentido tanto como desplazamiento físico y desplazamiento de medios de subsistencia (CMR, 2000: 149).

Desplazamientos Forzados Reiterativos por Represas (DEFORE) en Colombia
La base de conocimientos de la Comisión Mundial de Represas constata que con demasiada frecuencia el desplazamiento físico es involuntario e implica coerción y fuerza, y en algunos casos incluso quitar la vida (CMR, 2000:149). Según el informe Represas y Desarrollo, de la misma comisión, entre 40 y 80 millones de personas habrían sido desplazadas en el mundo durante el siglo XX a causa de las represas; tal situación constituye un lesivo impacto social, ambiental y cultural que los empresarios de las represas y diversos gobiernos, a través de discursos y engaños, han invisibilizado por décadas.


Gran parte de los desplazados por represas que han tenido que sumarse a los planes de reasentamiento no han mejorado su calidad de vida, ni mejorado su situación económica; por otra parte, los que no han sido tenidos en cuenta para estos planes han sufrido impactos similares, o han tenido que migrar a las ciudades a acrecentar los cordones de miseria. En cualquiera de los casos, la mayoría de quienes fueron desplazados por represas han desaparecido de las estadísticas, absorbidos por barrios pobres, o por los campos de trabajadores extranjeros (Mc Cully, 2001:90).


Al averiguar lo que ha sucedido con los desplazados por represas en Colombia, se encuentra que algunas familias están a punto de sufrir un DEFORE. Esta situación revela el fracaso y el engaño de los planes de reasentamiento y la desprotección que sufren las comunidades más vulnerables y vulneradas.
El desarrollo de la biotecnología (sin reserva ni precaución alguna) es política pública del gobierno de Puerto Rico. La “economía del conocimiento” rimbombante proyecto del gobernador Aníbal Acevedo Vilá, es explícita al respecto. Una vez más nuestro gobierno, en alianza con intereses empresariales locales y extranjeros, se embarca en una ruta de desarrollo económico y tecnológico sin indagar los posibles costos sociales y ecológicos y los impactos a largo plazo. Se repite la historia del boom farmacéutico, con su saldo de basura tóxica; las petroquímicas, un sector igualmente tóxico ahora llegado a menos; y la minería a cielo abierto —que afortunadamente nunca tomó lugar. Puerto Rico está siendo usado como semillero comercial y laboratorio de cultivos genéticamente alterados, también llamados transgénicos. Pero crece el número de investigadores que advierten que la ingeniería genética se basa en premisas erróneas y que presenta peligros inherentes e inaceptables para nuestra sociedad y el ecosistema.


El mal ejemplo de la papaya transgénica


Un artículo aparecido el 25 de septiembre de 2006 en El Nuevo Día cita a Judith Rivera, portavoz de la empresa semillera Pioneer Hi-Bred (subsidiaria de Dupont), quien opina que se debe sembrar en Puerto Rico la papaya (lechoza) genéticamente alterada: “Existe una papaya transgénica que utilizan en Hawaii, que no se está utilizando en Puerto Rico y que podría ser de alto impacto económico para los agricultores”.


La papaya transgénica ya tuvo un alto impacto económico entre sus plantadores comerciales en Hawaii, pero éste de ninguna manera se puede considerar positivo.

Introducida en Hawaii en 1998, fue alterada para resistir un virus (ringspot) que causa daños a la cosecha. Los cultivadores de papaya hawaianos nunca fueron informados de esta acción ni mucho menos se les pidió su consentimiento. La papaya gm proliferó mediante polen y dispersión de semillas y comenzó a contaminar los cultivos de agricultores que no querían tener transgénicos en sus fincas. La organización gmo Free Hawaii realizó extensas y minuciosas pruebas y constató que la papaya transgénica se diseminó de manera descontrolada y contaminó cuantiosas plantaciones comerciales. Hoy es prácticamente imposible producir papaya libre de transgénicos en las islas de Hawaii y Oahu.


Según datos del Departamento de Agricultura estadounidense (usda), en 1995 la cosecha de papaya hawaiana sobrepasaba los 22 millones de dólares pero hoy bajó a menos de la mitad. En 1997, antes de la introducción de la papaya transgénica, los agricultores recibían 1,23 dólares por kilogramo de sus papayas. Al año siguiente esa cifra bajó a 89 centavos cuando los mayores compradores del producto, Canadá y Japón, se negaron a comprar papaya transgénica. La razón del rechazo es sencilla: el consumidor no quiere alimentos transgénicos, y siempre que pueda escoger optará por el producto no transgénico. Los productos agrícolas no transgénicos cotizan más alto.


Hoy, hay menos producción de papaya en Hawaii que en el peor momento de la epidemia de ringspot. Desde 1998 los estadounidenses han duplicado su consumo de papayas, y sin embargo en Hawaii el área cultivada con ella bajó 28% desde la introducción de la transgénica. (Ver: http://www.higean.org/)


¿Era la papaya transgénica la única manera de combatir el ringspot? Según la agricultora hawaiana Melanie Bondera:


La Universidad de Hawaii y el usda pudieron haber requerido que los agricultores… cortaran y quemaran todos los árboles infectados con el virus. La reducción del virus habría mantenido la enfermedad en sus niveles endémicos usuales… También se les pudo haber aconsejado no sembrar en grandes extensiones, intercalar, usar suplementos para suelos para plantar árboles más saludables, sembrar cultivos-trampa para el vector áfido y rociar o aplicar silicatos para impedir la penetración de áfidos en las hojas. El tiempo y dinero para hacer esto habrían sido mucho menores que forzar la introducción de la papaya transgénica.

Resistentes a herbicidas


Judith Rivera también elogia los cultivos transgénicos resistentes a herbicidas. De hecho, la mayoría de los transgénicos sembrados en el mundo hoy son Roundup Ready, de Monsanto, es decir resistentes al herbicida Roundup —también fabricado por la empresa y posiblemente el agroquímico más lucrativo y de más amplio uso en el mundo. Con Roundup Ready se vende la semilla y el herbicida en un solo paquete.

La toxicidad del glifosato (ingrediente activo del Roundup) en seres humanos y vida silvestre, está harto documentada. Además existe el problema de las supermalezas resistentes a Roundup: el uso de semilla Roundup Ready ha multiplicado el uso de Roundup y esto acelera el desarrollo de resistencia al producto, pues al exponerlas repetidas veces a venenos agrotóxicos, las malezas y plagas desarrollan resistencia con el pasar de las generaciones. Eventualmente hay que usar más y más agrotóxicos para lograr el mismo efecto. Cuando el agrotóxico finalmente se hace inútil, la industria agroquímica “resuelve” el problema introduciendo productos más tóxicos aún. Esto exacerba los problemas agrícolas y los únicos beneficiados son las corporaciones de agroquímicos.


Pero ¿qué hacemos con las malezas?


Hay que cuestionar premisas elementales y replantear cuestiones básicas. Las estrategias de control de malezas concebidas y promovidas por la academia, el sector público y los gremios de agrónomos y agricultores le asignan un papel central a los agroquímicos herbicidas en lugar de formular alternativas ecológicas que excluyan su uso.


Tales alternativas requieren repensar la definición misma de maleza. Las malezas son definidas por convención social. Una maleza es una planta “inútil, sin valor económico”. Pero, ¿con qué criterio se define una planta como inútil y carente de valor? Muchas de las plantas silvestres sentenciadas a muerte por la Revolución Verde brindan sustanciales beneficios que sólo son visibles a quienes adoptan una perspectiva diferente a la dominante.


Tomemos como ejemplo la Portulaca oleracea, planta silvestre que crece en India y en Puerto Rico (donde se le conoce como verdolaga). Es un vegetal rico en magnesio, vitamina C y E, carotenoides de vitamina A, complejo de vitamina B, hierro, potasio, fósforo y ácidos grasos omega tres.


Muchas “malezas” son importantes fuentes de vitamina A y abundan en los países tropicales donde la deficiencia de vitamina A es un problema. En vez de gastar cientos de millones de dólares en productos como el “arroz dorado” transgénico con vitamina A, los agricultores y agrónomos harían bien en investigar y celebrar las virtudes de estas plantas que hoy se matan con herbicida.

Muchas son plantas silvestres con poderosas propiedades curativas. La hierba de origen europeo Plantago major (de la familia Plantaginaceae), que crece en Puerto Rico, donde se le llama llantén, es útil en casos de picaduras de abeja y alacrán, quemaduras, mordidas de serpiente y hormigas, según nos dice, en su libro Sembrando y Sanando en Puerto Rico, la etnobotánica María Benedetti. Es eficaz contra el cáncer del seno, alta presión, conjuntivitis, úlceras estomacales y complicaciones vaginales. Y la ya mencionada verdolaga es también medicinal; se utiliza para tratar artritis, quemaduras, picadas de insectos y estreñimiento; además posee propiedades antimicrobianas y diuréticas.


Por si fuera poco, las plantas “inútiles” cumplen importantes funciones agroecológicas: repelen plagas, proveen hábitat para pájaros e insectos beneficiosos (como los polinizadores), combaten la erosión y fijan nitrógeno.


Reconceptualizar nuestra relación con las “malezas” implicaría repensar el modelo imperante de agricultura industrial, dependiente de monocultivos, insumos sintéticos e instituciones centralizadas. Esto no le convendría a las agroempresas transnacionales ni a los ideólogos de la revolución biotecnológica y la “economía del conocimiento”.

¿Por qué tantas fortalezas?



La construcción de fortalezas se justifica cuando al exterior de las mismas existen enemigos reales o potenciales de quienes es necesario defenderse. En teoría, una empresa que trae riqueza, desarrollo y empleos no debería generar enemigos sino concitar adhesiones en la zona donde se instala.

Es claro que Botnia ha sabido granjearse de enemigos, particularmente entre la gente de Gualeguaychú. Aunque parece muy poco probable que ello pudiera resultar en algún tipo de atentado, podría en cierto modo justificar la vigilancia (aunque no la prohibición de sacar fotos) de la fábrica. Pero la vigilancia de las dos zonas residenciales parece más apuntar a la defensa contra posibles robos por parte de los pobres locales, que siguen siendo tan pobres como cuando la empresa llegó prometiendo empleos y desarrollo.


En realidad, el enemigo potencial más importante no es el externo sino el interno y ese parece ser el temor de Botnia. En efecto, el “boom” económico que la construcción de la fábrica trajo a Fray Bentos ya está llegando a su fin. Es más, según nos informaron en el restorán fraybentino donde almorzamos, ya llegó a su fin, porque casi desaparecieron totalmente los trabajadores que supieron gastar parte de sus sueldos en la ciudad. Ahora viene la hora de la verdad.

En ese sentido, hace años que el Grupo Guayubira advirtió acerca del tema del empleo y de que tanto la forestación como la fábrica de celulosa se traducirían en una pérdida neta de empleos a nivel local. En base al propio informe de evaluación de impacto ambiental de la empresa dijimos que la fábrica no generaría empleos para la gente local, que a lo sumo podría trabajar en la seguridad y limpieza de la planta. Tal afirmación ya se está haciendo realidad en el área de la seguridad, donde los temores de la empresa han resultado en la creación de sistemas de vigilancia que requieren la contratación de guardias privados y servicio 222. Es también probable –aunque no lo hemos investigado- que la limpieza de las casas de los dos barrios de Botnia haya significado la contratación de limpiadoras/es. Se cumpliría así lo vaticinado por Guayubira en materia de empleos. A eso se suma –como también lo auguramos- el empleo generado a nivel de trabajadoras sexuales, que incluye altos niveles de prostitución infantil.


En el área forestal sigue aumentando el éxodo rural provocado por la forestación de más y más campos. Esas plantaciones generan una creciente oposición a la empresa por parte de muchos actores afectados por las mismas. Al mismo tiempo sigue aumentando la organización de los trabajadores –tanto a nivel del vivero como de las plantaciones- lo que le genera nuevos temores. La época en la que podía hacer cualquier cosa en el plano laboral sin pagar las

consecuencias –como por ejemplo impedir la sindicalización- también está llegando a su fin. Y todavía no llegó la tan esperada instancia de la puesta en funcionamiento de la fábrica. En ese momento se sabrá si las promesas de cero olores y cero contaminaciones son ciertas. De no serlo, aparecerán nuevos potenciales enemigos afectados en el sector turístico, en la pesca, en la producción de miel.


Finalmente, llegará la hora de saber si las promesas de desarrollo se cumplen o si todo se redujo al “boom” provocado por la construcción de la fábrica, como fue vaticinado por Guayubira.


A lo mejor la empresa ya conoce las respuestas a esas preguntas y quizá eso explica su aversión a las fotos, que servirán para ilustrar lo que se dice en artículos como éste. Y quizá su tendencia a la construcción de fortalezas se deba a que es conciente de que va a tener que vivir rodeada de trabajadores desocupados buscando sobrevivir de la forma que sea, como ya está sucediendo en la antes tranquila y segura ciudad de Fray Bentos. http://www.ecoportal.net/

Las fortalezas de Botnia

La empresa finlandesa Botnia presenta una particularidad que la distingue de todos los demás emprendimientos –nacionales y extranjeros- existentes en el país: su encerramiento en enclaves estrechamente vigilados por guardias de seguridad privada y por funcionarios policiales. En un breve recorrido por Paysandú y Fray Bentos realizado entre el 28 y 29 de julio pudimos identificar cuatro de tales enclaves: el vivero, la fábrica, el barrio de los trabajadores y el barrio de los ejecutivos.

La empresa finlandesa Botnia presenta una particularidad que la distingue de todos los demás emprendimientos –nacionales y extranjeros- existentes en el país: su encerramiento en enclaves estrechamente vigilados por guardias de seguridad privada y por funcionarios policiales. En un breve recorrido por Paysandú y Fray Bentos realizado entre el 28 y 29 de julio pudimos identificar cuatro de tales enclaves: el vivero, la fábrica, el barrio de los trabajadores y el barrio de los ejecutivos. Habría incluso un quinto enclave (el colegio privado para los hijos de los finlandeses), pero dejaremos el tema de los niños de lado.

La fortaleza del vivero


Botnia es propietaria de unas 160.000 hectáreas, donde tiene instaladas sus plantaciones bajo el nombre de Forestal Oriental (FOSA). Las plántulas de eucaliptos para las plantaciones son producidas en el vivero San Francisco, ubicado a 8 kilómetros de Paysandú. Allí trabajan unos 30 funcionarios de la empresa y otros 100 trabajadores de la contratista Nazca. Desde fecha muy reciente, el vivero está totalmente rodeado con un tejido de alambre muy grueso, de alrededor de 3 metros de altura, con enormes focos de luz.


Cuenta además con 6 cámaras de vigilancia y en este momento se está instalando una gran antena. Tiene una puerta de entrada que solo se abre si se anuncia quien es. De todas maneras, las visitas son programadas y los trabajadores entran en los ómnibus. En la portería y en todo el vivero hay guardias de seguridad y para la noche la empresa contrata el servicio 222, es decir, que es custodiada por policías. Una vez dentro del vivero, los trabajadores no pueden salir sin autorización, ni siquiera durante la hora – no paga- de descanso a medio día. Tampoco pueden ingresar si llegan unos minutos (2-3) tarde, por más buena razón que puedan tener para no llegar en hora.

La fortaleza de la fábrica


Como en el caso de cualquier fábrica, es comprensible que su acceso sea limitado. Lo que no es entendible es que no se permita sacarle fotos. En el mes de junio fuimos en auto hasta el puente internacional con el único objetivo de tomar una foto desde el puente a la fábrica. Los funcionarios de Prefectura que se encuentran a la entrada del mismo nos dijeron que no estaba permitido fotografiar la fábrica. Un mes mas tarde, transitábamos en auto de Paysandú a Fray Bentos y pasamos frente a la entrada de la fábrica.


Allí nos detuvimos y nos bajamos a tomar una foto. De inmediato apareció un guardia de seguridad quien nos dijo que no se podía fotografiar y que para hacerlo había que pedir permiso en la oficina. Le respondimos que estábamos en una carretera pública y que él no tenía ninguna autoridad para impedirnos sacar fotos, por lo que procedimos a hacerlo.
Más tarde nos dirigimos a la Playa Ubici, ubicada a pocos kilómetros de distancia, desde donde pudimos tomar todas las que quisimos –esta vez sin ninguna restricción- del conjunto del complejo industrial.

La fortaleza del barrio de los trabajadores


Cerca de la entrada a la fábrica se encuentra, al otro lado de la ruta, el barrio destinado a los trabajadores extranjeros de la empresa. Allí hay dos tipos de viviendas: los contenedores y las casas.


A manera de fortaleza, cada pocos metros hay una garita con guardias de seguridad, así como funcionarios policiales vigilando las viviendas. En vista de la experiencia anterior en materia de “tomas fotográficas”, esta vez optamos por entablar una conversación amistosa con un guardia antes de proceder –con su permiso- a fotografiar las viviendas. Dicha conversación tuvo además frutos interesantes, ya que tuvimos la suerte de topar con un profundo conocedor de la historia local. Esta persona nos contó que la de Botnia es una historia repetida para los fraybentinos, ya que antes habían tenido la experiencia de la construcción del puente internacional, que había dejado dos secuelas: la triplicación de los casos de enfermedades venéreas y el aumento de jóvenes solteras embarazadas. Según nuestro informante, las consecuencias ahora serán las mismas, pero en mucho mayor cantidad.

La fortaleza del barrio residencial Botnia


La cuarta fortaleza de Botnia se encuentra a la salida de Fray Bentos en dirección al balneario Las Cañas. Aquí hay un conjunto de grandes casas, destinadas a ser habitadas por los altos ejecutivos de la empresa, en su mayoría finlandeses. También aquí, los funcionarios de Botnia están resguardados por garitas con guardias de seguridad. Conociendo ya la alergia a las fotos de la empresa, fuimos haciendo tomas desde el auto en marcha en el trecho que media entre una garita y la otra.

Luego nos detuvimos en la última garita y le preguntamos a un guardia si podíamos atravesar el barrio para llegar a la carretera. Estuvimos conversando con el simpático guardia por unos minutos y nos dijo que no había ningún problema, pero cuando nos despedimos nos dijo: “lo único que les pido es que no vayan a sacar fotos, porque a esta gente no le gusta que se saquen fotos”. Y esta vez, por respeto al guardia, no lo hicimos. Fue una lástima, porque pasamos un extraño edificio, que nos hubiera gustado fotografiar, que es casi seguramente un sauna finlandés.

miércoles, 1 de agosto de 2007

LAS LEYES BÁSICAS DE LA ECOLOGÍA

En Ecología -entendiendo ésta como la ciencia que estudia los ecosistemas y sus interrelaciones- se han definido cuatro principios o premisas básicas que debemos tener en cuenta a la hora de pensar ecológicamente la acción humana.

Estipuladas por el biólogo americano Barry Commoner y el economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen, las cuatro leyes de la ecología serían: Todo está relacionado con todo lo demás. La Tierra, la biosfera completa, es una compleja y nutrida red de interrelaciones entre seres vivos individuales, comunidades y ecosistemas. Lo que suceda a uno, afecta al modo del "efecto dominó" al resto de los elementos de la biosfera.

Todas las cosas han de ir a parar a alguna parte. El ciclo de la materia y el ciclo de la energía que la biosfera desarrolla para autoproducirse, son ciclos diferenciados que debemos conocer para adaptarnos a sus características, ventajas y limitaciones. La naturaleza es la más utilizar para reproducir el sistema. Materia v/s energía son necesarias y escasas para el hombre.

Estas cuatro leyes de la ecología determinan una realidad básica desde las que el hombre debe re-plantearse la ciencia, la técnica, la economía, la política; en resumidas cuentas: replantearse su acción en el mundo para vivir de una manera ecológica, social, económica y políticamente sostenible.