La construcción de fortalezas se justifica cuando al exterior de las mismas existen enemigos reales o potenciales de quienes es necesario defenderse. En teoría, una empresa que trae riqueza, desarrollo y empleos no debería generar enemigos sino concitar adhesiones en la zona donde se instala.
Es claro que Botnia ha sabido granjearse de enemigos, particularmente entre la gente de Gualeguaychú. Aunque parece muy poco probable que ello pudiera resultar en algún tipo de atentado, podría en cierto modo justificar la vigilancia (aunque no la prohibición de sacar fotos) de la fábrica. Pero la vigilancia de las dos zonas residenciales parece más apuntar a la defensa contra posibles robos por parte de los pobres locales, que siguen siendo tan pobres como cuando la empresa llegó prometiendo empleos y desarrollo.
En realidad, el enemigo potencial más importante no es el externo sino el interno y ese parece ser el temor de Botnia. En efecto, el “boom” económico que la construcción de la fábrica trajo a Fray Bentos ya está llegando a su fin. Es más, según nos informaron en el restorán fraybentino donde almorzamos, ya llegó a su fin, porque casi desaparecieron totalmente los trabajadores que supieron gastar parte de sus sueldos en la ciudad. Ahora viene la hora de la verdad.
En ese sentido, hace años que el Grupo Guayubira advirtió acerca del tema del empleo y de que tanto la forestación como la fábrica de celulosa se traducirían en una pérdida neta de empleos a nivel local. En base al propio informe de evaluación de impacto ambiental de la empresa dijimos que la fábrica no generaría empleos para la gente local, que a lo sumo podría trabajar en la seguridad y limpieza de la planta. Tal afirmación ya se está haciendo realidad en el área de la seguridad, donde los temores de la empresa han resultado en la creación de sistemas de vigilancia que requieren la contratación de guardias privados y servicio 222. Es también probable –aunque no lo hemos investigado- que la limpieza de las casas de los dos barrios de Botnia haya significado la contratación de limpiadoras/es. Se cumpliría así lo vaticinado por Guayubira en materia de empleos. A eso se suma –como también lo auguramos- el empleo generado a nivel de trabajadoras sexuales, que incluye altos niveles de prostitución infantil.
En el área forestal sigue aumentando el éxodo rural provocado por la forestación de más y más campos. Esas plantaciones generan una creciente oposición a la empresa por parte de muchos actores afectados por las mismas. Al mismo tiempo sigue aumentando la organización de los trabajadores –tanto a nivel del vivero como de las plantaciones- lo que le genera nuevos temores. La época en la que podía hacer cualquier cosa en el plano laboral sin pagar las
consecuencias –como por ejemplo impedir la sindicalización- también está llegando a su fin. Y todavía no llegó la tan esperada instancia de la puesta en funcionamiento de la fábrica. En ese momento se sabrá si las promesas de cero olores y cero contaminaciones son ciertas. De no serlo, aparecerán nuevos potenciales enemigos afectados en el sector turístico, en la pesca, en la producción de miel.
Finalmente, llegará la hora de saber si las promesas de desarrollo se cumplen o si todo se redujo al “boom” provocado por la construcción de la fábrica, como fue vaticinado por Guayubira.
A lo mejor la empresa ya conoce las respuestas a esas preguntas y quizá eso explica su aversión a las fotos, que servirán para ilustrar lo que se dice en artículos como éste. Y quizá su tendencia a la construcción de fortalezas se deba a que es conciente de que va a tener que vivir rodeada de trabajadores desocupados buscando sobrevivir de la forma que sea, como ya está sucediendo en la antes tranquila y segura ciudad de Fray Bentos. http://www.ecoportal.net/
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