miércoles, 8 de agosto de 2007

Represa La Salvajina y el Proyecto de Desviación del Río Ovejas

La represa obstaculizó los caminos que campesinos e indígenas habían construido como parte de su territorio, un recorrido que antes tardaba un día ahora tarda tres o hasta una semana. Con el embalse, es necesario pedir permiso y someterse a requisas del ejército nacional, que cuida la represa. Ahora bien, cuando aparecieron los empresarios les prometieron puentes, les dijeron que ya no transitarían en caballo sino en carro… pero los puentes nunca llegaron, y, por suerte, los carros tampoco; les prometieron energía barata, puestos de salud, oportunidades laborales y muchas otras cosas que se han quedado en la imaginación de quienes ilusionaron y engañaron; con esta gama de sofismas los medios tradicionales de subsistencia nunca fueron reemplazados, en detrimento perpetuo de su calidad de vida.

La represa La Salvajina fue construida en el norte del departamento del Cauca en la primera mitad de los años 80 y desplazó de un área de 2100 hectáreas mas de tres mil personas que se dedicaban a actividades de subsistencia, hablamos de comunidades afrocolombianos que descienden de negros que padecieron el yugo de la esclavitud en la época de la colonia española.

Las actividades de subsistencia que tenían lugar en la zona -entre las que se encontraban la minería y la agricultura- cambiaron para muchos habitantes de la región, puesto que las tierras fértiles quedaron sumergidas en el embalse. Sumado a ello, la reubicación prometida, como suele suceder en la mayor parte de los casos, no correspondió ni a las necesidades de la comunidad ni a sus patrones culturales. Veinte años más tarde de haber pactado el Acta del 86 (2) entre el gobierno y la comunidad, Los adolescentes de la región presenciaron el conflicto social que generó la construcción de la represa, vieron como se inundó el trabajo de años de sus padres y de sus abuelos, tuvieron que aceptar y acostumbrarse a vivir en otra tierra, en la misma región pero en otra parcela, junto a otra gente también desplazada por la represa; ésta es parte de la historia de la comunidad de Yolombó en el norte del Cauca, Colombia. Los jóvenes vieron y acompañaron a sus padres en la lucha contra la represa Salvajina, pero tanto unos como otros sufrieron amargamente el desalojo físico, y por desgracia hoy de nuevo se encuentran amenazados por un DEFORE generado por la Desviación del Río Ovejas al Embalse la Salvajina, despropósito que atenta contra los medios tradicionales de subsistencia al impedirles el derecho al acceso al agua.


Desde el año 2000, la Empresa de Energía del Pacífico – EPSA- fue adquirida por la empresa trasnacional española Unión Fenosa, al comprar más del 60% de las acciones; Unión Fenosa no reconoce que al comprar la empresa, además de adquirir las actividades y activos de la compañía, también se hace acreedora de los pasivos ambientales y sociales del proyecto; además, la empresa insiste en llevar a cabo el proyecto pese a que por medio del proceso de consulta previa del año 97 las comunidades afectadas por el proyecto dieron un No rotundo al DROES (3).


En Antioquia los empresarios de las represas han quebrantado gran parte de los ríos del departamento, y dentro de ellos, con tres grandes proyectos de generación que llevan su nombre, el Río Porce. El proyecto Porce II generó más de 1500 desplazados y el Porce III desplazará cerca de 2.200 personas, en su mayoría campesinos. Parte de estos desplazados tuvieron que buscar nuevas formas de subsistencia en otras regiones, y así aparecieron los habitantes afrocolombianos en la Dorada y en Victoria, Departamento de Caldas.


No obstante, los planes de integración energética con Suramérica y Centroamérica requieren el aumento de la capacidad de energía eléctrica disponible para exportación, por lo que se ha contemplado la construcción de nuevas represas y la repotenciación de algunas otras; tal es el caso del embalse Miel I, que prevé la desviación del Río Guarinó hacia el embalse, colocando en riesgo la superviviencia de las comunidades del oriente de Caldas, entre ellas la de La Dorada y la de Victoria, puesto que la desviación provocaría un desabastecimiento hídrico en la región, y, por ende, desplazamiento involuntario de las comunidades aledañas al afectar los medios de subsistencia.

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